viernes, 19 de junio de 2015

¿ Y tú de quien eres? Villalón de Campos

Mirador del Autillo, Tierra de Campos
Habíamos quedado en que la pregunta que da titulo tanto al blog, como a las dos primeras entradas, me fue repetida con los años en el pueblecito de Villarramiel, en Palencia. Una tarde de agosto, en el que nos dio la locura rural y nos escapamos mi madre, mi padre y yo, en el Renault 7 a recorrer espacio y tiempo para volver primero a Muñico y después recalar en Villalón de Campos.

Villarramiel, era un pueblecito que mi padre guardaba en su memoria, por pasar allí mi abuelo largas temporadas, trabajando como pastor, y siempre recuerda que allí, había una casa preciosa que quiso comprar en tiempos, para quedarse a vivir en ella, y es donde querría estar ahora.

Cuando la pregunta cayó de la boca de aquella mujer, fue mi padre el que junto a mi madre se acercó para contestarla definiendose así mismo.
-Soy Miguel, el hijo de la Hipa!!!
Al decirlo creo que mi padre engordó algún que otro kilo de orgullo, y a partir de ahí, entre ayes emocionados, besos y abrazos, la reconexión de mi padre con aquel pueblo, pasó a estar consumada.
Aquella reconexión continuada después en Villalón, me llevó atrás en el tiempo, hasta mis tíos, tías y mi padre, a los que se les presentaron proyectos de vida prometedores, y salieron de aquel pueblo grande e importante, hacia las ciudades del norte, para trabajar en la construcción, la siderurgia, y  hacia la capital de España, para ser la cocinera de señores muy finos. Porque todo hay que decirlo, la primera en "progresar" fue mi tía.
Tras salir del pueblo, ya no había límites, mi padre cruzó los Pirineos en tren, hacia Suiza, donde un franco valía 14 pesetas, cosa que ya sabía yo mucho antes del estreno de la película del mismo nombre.

Mi tía, la primera que salió de Villalón, sintió que debía compartir las maravillas de la capital con sus seres queridos, y tiró de mis abuelos y otras dos tías, haciendo sin darse cuenta, que aquellos perdieran un poquito su identidad. Mi abuela dejó de ser La Hipa, respetada y consultada en el pueblo, para ser la Señá Socorro,  y donde mi abuelo, dejó de ser el mejor pastor y quesero de Villalón de Campos, con un premio y todo por la calidad de su queso de "pata mulo", a criar pájaros y pasear por la Plaza Vieja, viviendo en un piso de Puente Vallecas con vistas a la Avenida de la Albufera, con más coches que la M40.

Atrás quedó toda la sabiduría quesera, y de comercio de avellanas, golosinas caseras transmitida por mi bisabuela. La cría y manejo de perros de pastoreo y de reconocimiento de los cambios meteorológicos, mejor que cualquier aplicación de ese tipo que podamos llevar hoy en el móvil. 

De aquellos conocimientos, sólo sobrevive el de cómo adobar la carne, que hasta mí ha llegado y mi querencia hacia el campo.

Tras sumergirme en recuerdos y en la memoria de mis mayores, me queda a mí una curiosa pregunta. Conocedora de los flujos de migración que llevaron a miles de campesinos y campesinas españoles de su campo, a las ciudades, porque aquello era progresar, y viendo las consecuencias que el abandono del campo, sus conocimientos y tradiciones, han traído consigo. ¿Qué puedo hacer yo para compensar, en la medida de lo que sé y lo que puedo saber, aquella pérdida tan enorme de población entre la que se encontraban mis mayores?
Lo primero que me propongo es devolverle la dignidad, el reconocimiento de los conocimientos y de una forma de vida que fue tan dura, como respetable, igual que el trabajo digno en cualquier sitio.
Después, como poco hacer visible esa realidad, que no quiero que desaparezca, y que mi mayor deseo es que la re-vuelta al campo fuera posible, viable y con sentido de mejora de nuestro campo.

Cualquiera que viviera aquellos años, diría que en los pueblos había mucha miseria, trabajos sin descanso de sol a sol, y un estancamiento en todos los sentidos que no invitaba a permanecer en ellos, ¡y este es el problema! ¿quien se querría volver al campo en unas condiciones, nada halagüeñas y similares a las de antaño?

La respuesta es clara. Recuperar y conservar la cultura, usos y tradiciones propios de las tierras, establecer modelos económicos locales viables y modernizados, apoyados en un sistema de conocimientos complementarios cultural y tecnológicamente. Esto a su vez legitimado socialmente por sus vecinas y vecinos.

Una base tradicional, en la que la ciencia y la tecnología facilita una mejor calidad de vida a sus gentes.
Que cuando haya un estudio para desarrollar este o aquel plan de desarrollo, entre el equipo "multidisciplinar" efectivamente así lo sea, y estén las personas que cuentan con el conocimiento vernáculo, esto es, el que es propio de esa tierra.

En la entrada de Muñico, digo algo, que aunque suena jocoso y un tanto verderón, el tamaño en cuanto a pueblos, sí importa. ¡Y tanto! Al irse vaciando de gente, los pueblos van perdiendo peso en cuanto a derechos de servicios se refiere. La administración sólo los facilita a partir de un número de vecinos. Farmacias, ambulatorios, hospitales, lineas de transportes, mejoras de infraestructuras...aquello que realmente es necesario para llevar una vida en un lugar que no invite a abandonarlo.

Y ahora te miro y desde el otro lado de tu pantalla te pregunto; y tú ¿de quien eres? Piensa qué te relaciona con tus pueblos, qué se ha perdido en el camino y qué se puede rescatar del paso del tiempo y del polvo acumulado. Pregunta a tus mayores, y si no están, haz una visita a aquellas tierras que los acogieron, relacionarse nunca ha sido malo y quizá no esté todo perdido, es más, quizá os encontréis a vosotr@s mism@s.